La película me ha gustado bastante por varios motivos. Ya sólo por lo que a la parte estética se refiere la película merece la pena, los vestuarios de los personajes reflejan a perfección las situaciones en las que se desenvuelven, los colores y las animaciones te hacen dudar por momentos si algunas escenas son animadas o si por el contrario son “reales”.
La película tiene varios argumentos muy interesantes que siguen estando a la orden del día tras 30 años. En concreto la idea del estado que todo lo observa y controla me resulta de lo más cercana viviendo en un país en el que salimos a una cámara de vigilancia cada catorce habitantes. Y es que no hay que olvidar que es en el Reino Unido dónde apareció el concepto de Gran Hermano. La actitud del gobierno de los EE.UU. durante la guerra fría es lo que inspira a Philip K. Dick a retratar este acoso al ciudadano. Cuando el enemigo comunista podía ser cualquiera la sensación de paranoia en la sociedad americana era la excusa perfecta para trasgredir las libertades ajenas.
Quizás ahora los problemas en una sociedad cada día más global sean en apariencia distintos pero la mayoría de sus implicaciones son las mismas. La pérdida de libertad ya sea por estados opresores, adicciones de todo tipo, discriminaciones ó agresiones es algo ante lo que hay que ser crítico y firme.
En resumen, la película está muy bien por lo que cuenta y como lo cuenta.
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